domingo, 6 de abril de 2014

Periodismo y literatura. No son primos. Son cuñados

Al hilo de mi anterior entrada "Hoy hablo de mi libro..." muchos amigos y familiares me han preguntado "¿estás escribiendo un libro?" . Muchos de ellos, además, me han animado a hacerlo.
"¿Sobre qué? ¿Sobre periodismo?" he preguntado yo, con cierta sorna.
 
No. No estoy escribiendo un libro, y no se si nunca lo escribiré, por aquello de "no digas nunca de este agua no beberé". No es un deseo no cumplido ni un imposible que se me resista. Nunca me lo he planteado, aunque lleve escribiendo toda mi vida, mucho antes incluso de ser o militar en este oficio, el de periodista.
Los que me animan han echado mano de ese lugar común, pero cierto: "Pero si ahora escribe hasta el tato...".
 
Sí, es cierto, ahora todo el mundo que ha cogido un bolígrafo alguna vez para algo más que para hacer quinielas,-y aún más desde que se escribe en "computadoras" (así llaman a los "ordenadores en muchos países e idiomas)- se ha sentido tentado y muchos lo han hecho: escribir un libro, publicar un volumen, ver tus escritos impresos y encuadernados en una edición de papel. Es una paradoja, porque en el mundo digital, ahí si que no se corre el riesgo de que las editoriales  te destrocen con un "no vales"; simplemente cuentas, escribes y le das al click de "publicar".
 
No comparto ese egocentrismo que muchos sienten por ver sus veleidades, sus locuras, sus sentimientos, sus imaginaciones, sus experiencias, sus reflexiones o sus fantasías en un mazo de hojas  impresas. Va a ser que lo digital no quita las ganas de la publicación en papel, pese a los agoreros. O quizás, que en el mundo digital tus escritos caen en un mar proceloso, donde destacar o ser leído es una lotería a la que muchos no quieren jugar.
 
Una lotería no menor que la de publicar en papel, reflexiono ahora. En realidad, todo depende de una buena promoción y de tener muchos seguidores (o "followers"). Si tu nombre es un nombre socialmente sonoro y conocido, y además hay una buena promoción, serás leído en Internet o en el mazo de papel impreso. Aunque siempre tendrá mucho más prestigio lo segundo, y además te invitarán al programa de Ana Rosa.

Por eso, lo primero que hay que hacer para publicar con éxito es darse a conocer. El "ser" mediático. Poco o nada importa que lo que se publique sea tan anodino como el anuncio de las farmacias de guardia en un diario de provincias.
 
He conocido a algunos periodistas que pretenden, a través de sus libros publicados (sean o no vendidos o leídos), reivindicarse a sí mismos como periodistas "serios". Una vez fui testigo de una conversación engorrosa para sus dos conversadores:
 
- Pero si tú eres un periodista del corazón...-
-¡Pero cómo puedes decirme eso, a mí, que he escrito ya cuatro libros...!
 
Dos frases que truncaron una amistad de años.
 
Más parece últimamente que los periodistas que publican libros (sobre ficción histórica, tan de moda, y si es medieval ni te cuento; o sobre ficción a secas, ligada casi siempre al mundo siempre imaginado como aventurero, pero, en realidad, tan de "oficio" como cualquier otro oficio, del periodismo), son precisamente los que menos garantía me ofrecen sobre su calidad periodística. Es una reflexión personal. Publicar por publicar, publicar para ser más famoso no le ha metido a nadie en los libros de texto de Literatura Universal.
 
Teniendo en cuenta que con los periodistas-escritores con los que he conversado me dicen que la recompensa dineraria por publicar no es para retirarse ni siquiera para vivir, solo puede ser un afán de reconocimiento social lo que les llevó algún día a ponerse delante del papel en blanco. (O a ponerse un día en manos de un "negro" que desde su casa escribe para él, duro trabajo el de negro...¿o no?)
 
Sí me gustan, y mucho,  los periodistas que reflexionan y escriben sobre el oficio con honestidad, sin pretensiones de pasar a la historia de la Literatura Universal y sí con afán de enseñar a los venideros, o denunciar aspectos espurios de la profesión, que son tantos. Y sí me gustan los "libros-crónica": me gustan los periodistas que publican "reportajes periodísticos". Esa es la verdadera literatura del periodista. La pretensión de veracidad y de compartir una realidad.
 
Porque quizás, sí,  es cierto, según muchos autores, que la "crónica periodística" tiene muchos puntos en los que roza claramente con el texto literario.
 

De periodistas-escritores está la historia llena y ojalá salgan muchos más. Gabriel García Márquez ("Noticia de un secuestro", es, para mí, el escrito más sublime publicado por un periodista-escritor), Mario Vargas Llosa, Javier Cercas, Truman Capote, Octavio Paz, Raymond Carver, Tom Wolfe, Ryszard Kapuscinski, me dejo muchos, claro, Larra, Emilia Pardo Bazán, Azorín, el propio Galdós...
 
Díganme a quién se parecen de todos los nombrados las publicaciones a las que asistimos en la actualidad de "periodistas" que quieren rodear su curriculum de un halo de "Cultura", con mayúsculas.
 
Todo el mundo tiene derecho a intentarlo, claro.
Pero tomaduras de pelo, las mínimas, que está muy mal todo, y para todos.  
 
 
 
 
 
 
 
 

1 comentario:

  1. Saludos, desde Costa Rica, muy interesante artículo. En efecto, es una relación a veces difícil de comprender. Ahora, hay una línea que me llama la atención:

    Más parece últimamente que los periodistas que publican libros (...), son precisamente los que menos garantía me ofrecen sobre su calidad periodística. Es una reflexión personal.

    ¿Será posible que ambos mundos existan sin tener uno que traslaparse con el otro?

    Muchas gracias

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