Hoy vengo a hablar de mi
libro. Capítulo I. Deportes.
Ingresé en Telemadrid en
1991. Tenía 28 años.
A diferencia de algunos de los que entraron en la tele, yo
ya venía enseñada. Había hecho el Máster de la SER (el Gabinete, le llamaban) ,
prácticas en provincias ( SER Vélez Málaga, SER Málaga) y, al final, un deseado
trabajo en la Casa Madre, en Gran Vía, 32. En Radio Madrid.
Pero antes
estuve en Deportes. Escuela donde se aprende lo peor y lo mejor.
Joaquín me enseñó el
periodismo deportivo. Me lanzó a una redacción de deportes como el que tira a
un pequeño bebé a una piscina. Aprendí a nadar. Estuve algunos años trabajando
en ello, con varios directores de información deportiva, el propio Durán, José
Joaquín Brotons, Julio César Iglesias, Antonio Martín Valbuena. Una chica en
una redacción de deportes en aquellos años solo tenía dos opciones: convertirse
en un machote que ríe y hace gracias de machotes....o hacerse la
"chica".
Recuerdo noches
fantásticas vividas en Gran Vía, 32. Mundial de México 1986 futbolistas usando la línea microfónica de la radio (no la RDSI, es verdad, eso no existía) para habar con sus familias. Hablar por la SER era
gratis. Javier Lalaguna (Lala) y yo,
marcando los números de la mamá de Butragueño, de la novia de Míchel o del papá
de Tomás. Ellos en México, nosotros en la radio, en Madrid. Eran todos de mi
edad. Y nosotros, Lala y yo, enterándonos de todos los tejemanejes, entresijos
y cotilleos de los seleccionados. Nos enteramos del gel que usaba Butragueño
(Sanex) y de lo que iba a hacer Míchel con su novia al acabar el mundial. En un
hotel. En la playa. En la arena. En la cama. Tórrido.
Lala y yo nos llevaremos
el secreto a la tumba de cosas que oímos de la propia voz de aquél... ¡Gerardo
González, el segundo de Pablo Porta!....¡tiempos! Nos lo llevaremos a la tumba, claro, porque ya lo hemos olvidado. Y lo que entonces sería importantísima noticia, hoy no sabríamos ni de qué hablábamos...
Nunca he contado esto.
Futbolistas, entrenadores, directivos que ganaban entonces el triple de lo que
cobraba el periodista que más cobraba en la Cadena SER ...llamaban por teléfono a sus familiares a través
de la microfónica de la SER, para no gastar dinero en conferencias
telefónicas. Impresionante. Y, en Madrid, dos becarietes, Lala y esta servidora,
haciendo horas extras (no pagadas), quedándose hasta horas intempestivas (había que salvar el cambio horario) para marcar los números que ellos nos decían
que había que marcar... Vaya tela. Eran los comienzos. Lo que hubo que tragar.
Recuerdo entrevistas a Molowny en un hotel del Escorial. Qué joven, qué insegura, qué miedo tenía a
cagarla. Y, vaya por dios, no la cagué nunca. Fueron unos años matadores en los
que aprendí una cosa muy importante: si te piden algo y no lo llevas...lo
llevas crudo. No creas que eso se ha repetido muchas más veces. El nivel de exigencia de los mandos periodísticos ha bajado mucho...Yo llevé todo lo que me pidieron. Solo recuerdo como un trauma
brutal un partido de baloncesto en Alcalá de Henares. "Minuto y
resultado"; no era lo mío el
basket. No entendía, no me gustaba, no
comprendía el baloncesto. Lo mío era el fútbol.
También recuerdo alguna
rueda de prensa con Luis (el "sabio de Hortaleza"). Recuerdo el
miedo que le teníamos, todos, pero sobre todo, las pocas chicas que andábamos
en el periodismo deportivo. Una jovencita empezando en el periodismo frente al
gran Luis. La hizo llorar. No era yo, pero casi lloré con ella. Luis, mamonazo, te lo recuerdo.
No le deseo a nadie
empezar su carrera en el periodismo deportivo. Y, aún así, como he dicho, el periodismo
deportivo que yo viví era menos forofo que el de ahora. Menos gritón y más sabio y riguroso.
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