lunes, 14 de noviembre de 2016

White Trash...or white Trump



En España, hace unos años, a un alcalde de la periferia de Madrid le cayó una buena bronca mediática por decir que "no hay tío más gilipollas que un obrero que vota al PP".

Me arriesgo a que me caiga otra igual a mi entre los amigos que me leen, pero es cierto que ese respeto exacerbado a los votantes, con el que se le llena la boca a algunos, votantes de aquí y de allá- los 8 millones de España a la derecha pese a los sufrimientos de los recortes, los 60 millones en USA a Trump, los 17 millones y medio a favor del "Brexit"...- no merecen, al menos, parabienes. Respeto sí, que cada uno vota lo que quiere, pero cuidado con adular demasiado a una masa votante que, en la mayoría de los casos, vota desde el poco juicio y la ignorancia absoluta. 

Como dice en este artículo el gran John Carlin, "la victoria de Trump representó una rebelión contra la razón y la decencia. Fue el triunfo del racismo, o de la misoginia, o de la estupidez". Y hay que declararle la guerra a la estupidez, concluye el periodista. 

http://internacional.elpais.com/internacional/2016/11/13/actualidad/1479046416_446899.html


Yo no soy, como Carlin, una conocedora del mundo anglosajón norteamericano. De hecho, solo he estado dos veces en Estados Unidos; una por trabajo, donde me codeé en Washington- solo eso, choque de codos- con la élite periodística, los corresponsales y los asesores de prensa de la Casa Blanca. Cenas en Georgetown y la sensación de estar en un lugar muy parecido a Europa.

Y otra, unos años antes, como turista. Donde hice y vi todas las cosas que se espera de un turista, con lo que la sensación de acercarte al alma del país es impensable. Pero...sí, sí tuve la oportunidad de pasar unos días con un buen amigo norteamericano en su pueblo, Great Falls (Montana). América profunda, republicana, religiosa, cazadora, poseedora de armas, bebedora de chupito de whisky acompañado de Budweiser.

Cuando mis acompañantes y yo llegamos a Great Falls, después de un viaje de tres horas desde Billings, bajo una persistente nevada, en un cochecito Austin Metro (una especie de Volskswagen Polo), que causaba la risa de los gasolineros y de la peña en general...fue como si en ese pueblo cercano a Canadá acabasen de llegar tres extraterrestres.

Seguramente en Great Falls no habían visto a un "foreing" (en realidad, un "alien"), en la vida. De nuestra vida allí no puedo decir si de verdad supieron finalmente de dónde veníamos.
Pero yo sí se lo que vi.

Vi votantes de Donald Trump. Vi gente que se pasa la vida en un aislamiento espectacular, como dice Carlin "tan lejos de los océanos"; vi gente que vive en una alarmante ignorancia de la mayoría de las cosas que preocupan a otras personas en el resto del mundo. Como Carlin, sentí que en Montana, en Great Falls, estaba en otro mundo, más aislada del mundo que, desde luego, si hubiese viajado a cualquier otro lugar recóndito de Europa o Sudamérica. No me atrevo a hablar de Asia, que conozco bien, al menos el sudeste asiático. Hablo de que, con un nivel de vida de lavadora, secadora y tele por cable...el aislacionismo es muy brutal.

Vi gente que pasa miles de horas ante el televisor, viendo basura televisiva como esos programas que ya vemos aquí (como si no tuviesemos bastante con nuestros "Sálvame" y nuestros "Cámbiame") : "Los reyes del trueque", o "Cazasubastas", ese tipo de formato donde el norteamericano de clase media puede ofrecer enormes cantidades de dólares por un trastero en el que no sabe lo que va a encontrar. Gente que ve el último capítulo del reality "Las Kardashian" como si no hubiese un mañana. O "Say yes to the dress", sobre como elegir un traje de novia, o "Pimp my ride", que desata pasiones para los tuneadores de coches.

Esta gente, que no sale en las películas de Woody Allen, desde luego, ni en las comedias de Hollywood, ni en las inteligentes series de la HBO...ésta gente,  a la que allí se le llama "white trash", basura blanca, que nunca sale en ningún sitio salvo en esos programas basura con millones de espectadores y datos de audiencia que espeluznan...ésta gente es la que ha votado a Donald Trump.

Más o menos, como los que aquí se apuntan todos los días a "Sálvame" o "Cámbiame".
Nada diferente. Todo conocido.
Respeto, sí. Pero alfabetización, también.










martes, 8 de noviembre de 2016

EL DECODIFICADOR: ESTAFA GENERALIZADA, TOLERADA, Y A GRAN ESCALA




Ahí voy, como la mihura que soy. Como un consumidor más de telefonía y operadoras de fibra, cable, tv, teléfono y demás. 
Uno se cambia de Vodafone a Movistar, o de Canal + a Movistar (no, eso es imposible, porque Canal + ya no existe y es Movistar, con lo cual, tú NUNCA ESTUVISTE EN CANAL PLUS) .

Yo cambié de Canal Plus a Movistar en el verano de 2015. 

Vinieron, cambiaron cables, y dejaron todo instalado. Muy bien. A los cinco meses, me llamaron para entregar el decodificador de Canal Plus, el I-Plus, que yo tenía guardando polvo en mi trastero. Vino un empleado de mensajería, lo entregué y le firmé en una táblet. Con mi nombre y mi DNI.

Es decir, cinco meses después de darme de baja de Canal Plus me reclamaron el decodificador, que entregué. Y año y medio después me reclaman 300 euros en concepto de indemnización por NO haber entregado el decodificador. 300 € , o al registro de morosos. 
Claro, nadie me entregó un justificante. "Firmé en una táblet,  con mi dni", le decía yo a los operadores telefónicos , que, por supuesto, me mandaron de Canal Plus a Movistar y de Movistar a Canal Plus.

Sin ninguna deuda, nunca en Canal Plus (por dios, ni en Movistar), me reclaman 300 € por un decodificador entregado.


Ya nos hemos enterado, algunos, de que esta movida del decodificador es una manera de conseguir ingresos de forma muy, muy espuria. Si tu reclamas un decodificador después de un año, posiblemente el tipo lo ha tirado. Se ha dado el caso de gente que ha ido a entregarlo a una tienda Movistar y no se lo han aceptado. Y luego está el caso de los que lo entregamos y firmamos en una táblet ...y no nos quedamos con ningún resguardo. 

Es verdad. Soy una inútil. "No entregar nada a nadie sin que antes te de un recibo de lo entregado". 
Vale. Lo aprendo para la próxima vez. 

Nunca pensé, eso es verdad, que no robando a nadie,  sería yo más delincuente que las empresas que roban.  Nunca creí que las prácticas mafiosas "saca-ingresos" de las empresas,  podrían ser más fuertes que las personas decentes.