viernes, 26 de junio de 2015

A toro pasado: La bandera de Pedro


¡Hola de nuevo, transmitiendo en La Pirenaica! Muy a toro pasado...me comen los acontecimientos.


Pretender que España se convierta de la noche a la mañana en Estados Unidos es una tarea inmensa para el líder socialista. Tuve la oportunidad de viajar a Washington unos meses después del 11-S y vi cómo todo el mundo hacía de la enseña norteamericana un orgullo, casi una protesta contra el terror. Edificios oficiales y privados, coches, ventanas, comercios, ositos de peluche y hasta el envoltorio de los perritos calientes: todos llevaban la bandera colocada a modo de reivindicación contra la barbarie. De todas formas, daba igual que hubiese viajado diez años antes o después de ese cruel ataque. La bandera en USA es un símbolo de nación que aquí no sentimos. ¿Por qué? No soy yo la indicada para hacer un estudio histórico. (Dicen que la rojigualda es de 1758. Pero los avatares, desde entonces a hoy, han sido muy penosos) En pocas palabras, y de Perogrullo:  sin entrar en análisis históricos y dejando claro que cualquier líder está en su derecho de uso de la enseña nacional, aquí, en este país,  no se siente la bandera de la misma forma que las barras y estrellas en Estados Unidos, o la tricolor en Francia. La bandera se la ha apropiado desde hace mas de 60 años la derecha: la derecha heredera de históricos atropellos, nada patrióticos. Ni siquiera la palabra "patria" transmite buenas sensaciones a buena parte de éste país. Llevar la bandera puesta en el reloj o en la camisa era, y seguro que sigue siendo, un símbolo. Decirlo es impropio ¿verdad? Políticamente incorrecto. Pero que sea incorrecto no hace que deje de ser verdad. A muchos nos ha chirriado esa imagen del líder del PSOE delante de ese banderazo. Yo estuve en el acto, en una sala de prensa llena de periodistas, y desde luego la sorpresa, el sarcasmo y el escepticismo fueron mayúsculos. No estamos acostumbrados, es verdad.

Sacar la bandera cuando nunca el PSOE lo hizo antes ( y sí sus símbolos habituales, el puño y la rosa sobre todo, hay otros más antigüos, procedentes del origen "tipográfico" del partido) no puede entenderse más que como una estrategia de marketing encaminada a pescar votos de allá y acullá, a dar una imagen de moderación ante los ataques de radicalismo de la derecha. El PSOE, siempre bailando al son que le marca la derecha. El PSOE, a mi entender, se equivoca. El PSOE no pierde votos ni por el centro ni por la derecha, si lo que anda buscando es atraer a ese votante indeciso que un día vota PP y otro PSOE. Desgraciadamente para la desideologización del país, ese votante tiene ahora otras opciones que, también, demuestran, que son capaces de pactar con PP y con  PSOE según convenga.  

El PSOE pierde votos por la izquierda. A chorros. El votante socialista no quiere ver al secretario general de un partido socialista, que se dice federalista, o (in péctore) republicano, con una bandera que, desde siempre, se le ha arrebatado a la izquierda de turno. No se trata de aparecer con la bandera republicana, ni con la estelada independentista catalana. Se trata de que renunciar a los símbolos- nada agresivos- de un partido centenario no gusta, no solo a muchos cargos y militantes: tampoco a eternos votantes- que los hay- del PSOE.
 
Los votantes de "la izquierda" son los que se han sentido maltratados por la Reforma Laboral, por los recortes sociales y en derechos y libertades, por el paro, por los Eres, por la corrupción, por la desvergüenza de dirigentes que pedían los mayores esfuerzos de la crisis a los más desfavorecidos mientras pagábamos todos a escote el rescate de la banca.  Los votantes del PSOE se sintieron defraudados cuando el presidente Zapatero agachó la cabeza ante la troika y cambió la Constitución de la noche a la mañana en un verano aciago.

Los votantes del PSOE no van a volver a esas siglas porque un Pedro Sánchez con corbata roja se ponga delante de una bandera llamando a un espíritu de patria, que - lo siento, no somos norteamericanos-  aquí no se siente así. Y, en cualquier caso: ¿a qué viene abrir ese debate? ¿quién ha sido el marketiniano de trazo grueso al que se le ocurre semejante "mise en scène"?
 
Consiguió Pedro Sánchez y el PSOE algo, en mi opinión, muy malo: que se hablase más de la bandera que de sus propuestas. Y otra cosa aún peor: tomar a los votantes por tontos que se dejan engañar por escenarios de pacotilla. Aquí no hay "primeras damas" ni besos en el escenario.
 
Dicho lo cual, a los gurús del marketing del PSOE habrá que darles el beneficio de la duda. 100 días no serán suficientes, esperaremos a noviembre, o cuando diga Mariano. Lo veremos en las elecciones. A lo mejor a Pedro le come la oreja Pablo, con escenarios baratos de feria de pueblo, más de Las Vistillas o Carabanchel.
Para mal o para bien, esto no es Iowa.