Escrito en la semana del 15 de marzo de 2004, con cuarenta años y mucho desconocimiento de lo que se nos venía encima. Siempre he creído que para este país el 11-M fue un antes y un después. No solo por lo que significaron los atentados y las víctimas, sino por lo que supuso para la convivencia de los ciudadanos. La derrota electoral no asumida y la teoría conspiranoica después, comenzaron a minar la vida de la gente, hasta unos límites insospechados. Hicieron mucho daño, y no han pedido perdón. El periodismo fue una de las víctimas.
Perra Semana (8 al 14 de marzo de 2004)
Perra semana,
la segunda de marzo. Me propongo hacer un reportaje sobre la muerte de Ricardo
Ortega en Haití. O, más que de su muerte, que su muerte me sirva de “percha”
(“percha”: horrible palabra que usamos los periodistas para justificar nuestros
trabajos...o desmanes). Percha para hablar de la profesión: de la precariedad
laboral de los reporteros, de la falta de medios, de la obligatoriedad de "rogar"
para estar en un lugar donde hay noticia, de la reducción de los presupuestos
para Informativos de las empresas de comunicación (sobre todo en las
televisiones), de la tremenda casualidad que supone que los últimos reporteros
muertos en conflictos tuviesen una relación laboral precaria con su empresa (Couso, Anguita, Ortega).
Supongo
que se contentan con cubrir media hora de televisión a un precio irrisorio. Y
se tiran el pisto vendiendo que tienen media hora más de información. Da igual,
me digo: al menos existe el programa.
Con un poco de ganas podemos hacer algo de periodismo.
Me
pongo en marcha con el reportaje. Es la semana de las honras fúnebres a Ricardo
y supongo que hay muchos compañeros calientes. No me propongo demostrar ninguna
tesis, no quiero decir que Antena 3 es la culpable de su muerte, porque eso no
es verdad. Quiero aprovechar el "runrún" que corre por las
redacciones (no por la mía) y por las asociaciones de periodistas ante la
muerte de un compañero, que muere después de un suplicio laboral en el que se
le ha relegado. Solo por informar, por ser crítico. Ahora los jerifaltes de la
información dicen que ser crítico es opinar. Y que los periodistas no opinan.
Cuando
acabamos la entrevista, Rafa Jiménez Claudín, de RSF, me pregunta que si no me
he fijado en el extraño fenómeno que se vive desde hace unos años: “el silencio
de las ruedas de prensa”. Que ya nadie pregunta en las ruedas de prensa, que
preguntar es malo, que el que pregunta es sospechoso. Claro, claro que lo sé.
Me dice que lo peor de todo es la poca formación de los nuevos. Los jóvenes
periodistas. Le digo que yo tengo cuarenta años y que tengo jefes de veintiocho
que solo se fían del teletipo. No de sus redactores, de lo que les cuentan, de
lo que han vivido: se fían del teletipo. Y que son capaces de “tirar” una
información por exceso de “personalización”. La quieren plana. Como un
teletipo.
Salgo
del tanatorio más depre que llegué. Menuda mañana.
¿O
no?
El
reportaje lo tengo acabado pero al día siguiente un montón de bombas revientan
la vida de 200 familias. Es el 11-M. Nos ponemos las pilas (la redactora y yo,
la otra redactora-directora-productora-realizadora) para cambiar de arriba
abajo el programa. Pero no tenemos cámaras para hacer nuestras historias
propias, ni más redactores; no les importa que salgamos con cuatro cosillas
hechas con material de los informativos. No importa, me digo, seamos modestos,
esto es lo que hay, da gracias por existir. (Y mientras, lloro; lloro por los
muertos de Téllez, y del Pozo, y de Santa Eugenia, y por Ricardo Ortega, y por
lo que me dijo Gervasio, y por el silencio de las ruedas de prensa...lloro por dentro, soy incapaz de soltar una lágrima, me atenaza el horror que veo, y no paro de currar) Montamos
un par de cosillas con material de los diarios, y queda todo muy pobre, y no quiero
alargar la cosa pobre a media hora, y decido meter en escaleta, también, el
reportaje sobre los reporteros de guerra y alguna cosilla más de relleno, dios, pienso, qué bazofia.... Mala decisión, probablemente. Pero no he podido hacer
más. Mi equipo (Eva) y yo, no pudimos hacer más.
Había
asistido a un par de reuniones de contenidos tras el atentado y estaba
escuchando cosas alucinantes, frases increíbles...”hay que fiarse del Ministro
del Interior” “nuestra tesis debe ser y seguir siendo la del Ministro Acebes”.
(Por qué, pensaba yo, somos periodistas, nos pagan para no fiarnos, de nadie,
ni siquiera o menos aún, del Ministro del Interior, nos pagan por contrastar la
información, nos pagan para saber, para averiguar, para no fiarnos de nadie....)
La
tele, mi tele, toda la mañana bombardeando a los espectadores con la palabra
ETA, y por la tarde, y a la mañana siguiente (pero... ¿estos no han visto de
noche la CNN, como yo? ¿No han visto a la presentadora devanándose los sesos y
preguntándose “qué indicios tiene el gobierno español para seguir manteniendo
la tesis de ETA”? ).
Nada.
Sin debate.
Paso
el fin de semana zapeando de una tele a otra, con las radios, viendo teles internacionales. Me enervo, me
pongo mala al ver lo que está pasando. Mi tele desgrana las ruedas de Acebes
sin rechistar, y, todavía, el sábado por la mañana, en plena jornada de reflexión,
meten una pieza que relaciona el terror de Al Qaeda con ETA. Me parecería
patético si no fuese repugnante. Lo del sábado por la noche me llena de
esperanza...demuestra que la gente no quiere dejarse tomar por imbécil. Lo del
domingo me llena de alegría. Por fin. Que se vayan, por favor, que se vayan con
viento fresco.
Me llama una subdirectora de informativos, que luego se marchó, y me dice; "te aviso, Isabel, éstos van a por todas, quieren que hagas un repor con las conexiones de Eta y Al Qaeda...". No la dejo terminar. Le
digo a mi subdirectora que no cuente conmigo, que no haré ese programa, que no
firmaré ningún programa que lleve ese reportaje incluido, que hagan conmigo lo
que quieran, que me quiten, seguramente harán lo posible o lo imposible para
que dimita. Me da igual, no quiero ninguna relación profesional con gente así.
Y le grito, a esa pobre mujer, llorando, llorando por los muertos, es la primera vez, el lunes 15, que me oigo y me veo y me siento llorar....exploto. Prefiero estar cuatro años montando colas. Mejor una vez colorado que ciento
amarillo, le grito a esa mujer que luego se marchó, insoportablemente incapacitada, como tantos, para hacer periodismo en esa casa que prometía un futuro horrible a sus periodistas...
El
director de Informativos recula, le convencen entre algunos sensatos de que no
se meta en ese jardín. Y yo me libro de hacer ese reportaje.
La
sensación, a lunes 15, es que TeleMadrid no va a elegir la vía de la
cohabitación pacífica con la Moncloa de Zapatero. Que no va a elegir la vía de
informar con honestidad. Va a elegir la confrontación y la manipulación. Va a
elegir la “vía Urdaci”.
De
momento sigo ahí. Hasta cuándo, no lo sé. Adoro mi profesión, pero creo que me
obligarán a odiarla. Creo que tengo los días contados.