¿Qué fue primero: el huevo o la gallina? ¿Cambió la
"nueva política" a los medios, o los medios cambiaron a la política?
Hay una frase que se le atribuye a Pablo Iglesias: "la política se hace en
la televisión y en las redes"
Esta periodista que firma ha
vivido en sus huesos la campaña del 20-D, las negociaciones para formar un
gobierno, el debate de investidura y el empeño de los líderes políticos para no
dar al traste con la XI Legislatura. Sí, se fue al garete, y ya tenemos por
delante otra maratón informativa hasta el 26 de junio. Y lo que le cuelgue.
Antes viví otras negociaciones
de gobierno, otras investiduras. No diré cuántas, para no dar pistas de mi
edad. Lo nuevo de lo que ha pasado en ésta tiene que ver con muchos factores. De
ellos, a mi entender, hay dos muy importantes: actores políticos nuevos y más
jóvenes, en un país decantado desde hacía décadas por un bipartidismo bastante maduro
y alejado de la sociedad. Y, el segundo, los nuevos medios de comunicación,
entendiendo por ello una vida digitalizada: móvil y rápida como una bala y al
alcance de todos.
Llegaron los nuevos e
insuflaron aire fresco al vetusto palacio de la Carrera de San Jerónimo. Y
comenzó el baile.
O quizás, empezó mucho antes.
Quizás fueron los "viejunos" los que querían ser como los "nuevos". Quizás habría que recordar el día en que Pedro Sánchez llamó a "Sálvame" para replicar lo que se andaba diciendo del alcalde socialista que permitía "el toro de la vega". O el día en que la vicepresidenta del gobierno bailó con Pablo Motos en "El Hormiguero". O cuando Mariano Rajoy se fue a cenar a casa de Bertín Osborne.
Quizás fueron los "viejunos" los que querían ser como los "nuevos". Quizás habría que recordar el día en que Pedro Sánchez llamó a "Sálvame" para replicar lo que se andaba diciendo del alcalde socialista que permitía "el toro de la vega". O el día en que la vicepresidenta del gobierno bailó con Pablo Motos en "El Hormiguero". O cuando Mariano Rajoy se fue a cenar a casa de Bertín Osborne.
Nada, pecata minuta, estábamos
en campaña. Todo correcto, decían todos: es bueno que los políticos se acerquen
a la gente en aquellos programas que no son "sesudos". ¿Programas
"sesudos"? ¿Qué, cómo...dónde estoy?
Metidos en harina, tras el 20-D, negociando a troche y moche, noche y
día en el Congreso de los Diputados (o eso querían hacernos creer), habría que decir claramente a todo el que
ponga ojos y oídos que casi siempre las ruedas de prensa duraban más que las
propias reuniones de negociación. ¿Se puede plantear llegar a algún tipo de
acuerdo con una reunión convocada (luz, taquígrafos, cámaras,
"streaming", como dijo alguno...) a las cinco de la tarde, y que
acaba a las seis? Eso sí, las ruedas de prensa de los reunidos terminaban a las
10 u 11 de la noche. Algunos políticos (me voy a callar siglas y nombres) se
enfadaban porque su turno de sala de prensa comenzaba después de los ya
mediados principales informativos de TV de este país.
No seré yo la que hable de
"teatrillo", "vodevil" o "postureo".
Probablemente no lo era, y había que darle una tregua a los nuevos (Podemos, Ciudadanos,
En Marea, En Comú Podem). La mayoría de los periodistas del Congreso hemos
aguantado con profesionalidad (y una punta de estoicismo) la convocatoria de
una, dos y hasta tres ruedas de prensa, en el mismo día y de la misma formación
política. Multiplícalo por cuatro. Solapándose entre unos y otros. Conversaciones de chat de periodistas de radio:
-Sale Antonio
Hernando en el Set a las 13:00...-
-¡Pero si ha
convocado Errejón a la misma hora en la Sala de Prensa...!-
-Ya, y se nos va
a juntar con Patxi, que viene de Zarzuela...¿Cómo lo hacemos, chicos? -
No hay problema. Para eso nos
pagan. "Notarios de la actualidad", decían hace unos años que éramos
los periodistas. O sea, notarios de la verborrea y del periodismo declarativo
de unos, y otros, y los de más allá. Y las réplicas. Y las contrarréplicas.
"Ocurrencias", dice
Mariano Rajoy. Una por la mañana y otra por la tarde. "Oferta por la
mañana y la revientan por la tarde", dice Susana Díaz. "La política
no es un plató de TV", dice Miquel Iceta.
¿Son los nuevos políticos, la
nueva política, los culpables de este baile de declaraciones, verborrea, reuniones
sin sentido? Sinceramente, creo que no.
El periodismo declarativo ha
existido siempre. Es un mal, un virus del periodismo español. Muchos
periodistas del Congreso (no todos, no voy a generalizar) se han creído
durante toda la vida política democrática en España, que nacieron del pecho de
Buda. Están en el puñetero centro de la soberanía nacional. Los putos amos
(perdonad el exabrupto). En realidad son "los puñeteros amos del
canutazo". ¿ Y tú, preguntaréis? Sí. Yo me creí en el centro del universo cuando era muy joven. Después hice mucho periodismo ahí fuera. Hay vida fuera de la política. Hay historias, hay periodismo. Ahora me pilla mayor esta tremenda e insoportable levedad del canutazo. Pero siempre pasó. No culpéis a los nuevos políticos.
Fijaos bien en ésta foto:
Alberto Garzón (IU) y Pablo Iglesias (Podemos) son entrevistados a la vez en
dos programas matinales de TV. Hace unos años, los programas matinales
de TV se dedicaban a los sucesos, la crónica rosa o las recetas de cocina. La
política ha pasado a ser más o menos
considerada de la misma forma que el último affaire de un torero o la forma de
cocinar un besugo a la espalda.
No pasa nada, hombre,
así se acerca la política a la gente normal. Siempre vamos a encontrar esa
lectura optimista de la realidad del periodismo versus política.
Yo vengo a hablar de
mi libro en este artículo. Mi libro es mi profesión. No quiero que acaben con
ella. Esta foto está tomada por alguno de los veinte periodistas que esperaban
a que acabaran los directos de ambos políticos para conseguir declaraciones:
¿exclusivas? No. Bueno, declaraciones: ¿nuevas?
Tampoco. Sobre, sobre....¿sobre qué? Bueno, da un poco igual, hay que llenar
una crónica ¿no? Digámoslo así: esperamos declaraciones que no hayan salido en
esas dos televisiones. Lo que nos quieran contar. Probablemente lo mismo, pero con
otra sintaxis. ¿Es necesario? ¿Merece la pena seguir con el periodismo
declarativo de la "vieja política"? Esperaba un poco más de este
tiempo político, a parte de cien ruedas de prensa diarias.
Programas
"sesudos", como el famoso "La Clave" de los años 80 (vaya,
ya me he delatado, soy muyyyy mayor...) no existen en las televisiones
españolas. ¿Hablar de política en un tono constructivo y formativo? Pero de qué
vamos, hombre. Eso no vende un pimiento. Es mejor sentar a quince guerrilleros,
siete en un lado, siete en el otro- y uno que va de imparcial- que se griten y
se insulten, que explicarle a los ciudadanos "de qué va esto realmente".
El tono de la
información "rosa" o "amarilla", ha copado toda la
información política. Y no es relevante que los de la nueva política, y los de
la vieja que se han sumado rápidamente al "motor del cambio", nos
digan que "así la ciudadanía está más informada". No es verdad. No
voy a ponerme academicista para expresar que un exceso de mala información es,
siempre, peor que un poco de buena información.
Nuestro presidente en funciones anunció en Twitter su intención de hablar y sentarse a negociar con Pedro Sánchez. Ese día copó todos los titulares del espectro mediático nacional. Me pregunto qué pensaron en ese momento los periodistas que llevan cuatro años haciendo información de Moncloa, trabajándose las fuentes y gastando voz y teléfono. ¿Es Twitter el medio para anunciar noticias? Es barato, o sea, gratis, es rápido y no te expones a las preguntas de los periodistas en una comparecencia. Y, como además se demostró que era mentira, es decir, que nunca llamó a Pedro Sánchez para negociar, Twitter es mucho más indoloro que una comparecencia ante los periodistas. Que se supone que estamos para contar, pero también para interpretar la realidad. Nunca llamó, nunca se sentó, nunca negoció. Mintió, pero se aseguró titulares. Más barato, el Lidl.
Nuestro presidente en funciones anunció en Twitter su intención de hablar y sentarse a negociar con Pedro Sánchez. Ese día copó todos los titulares del espectro mediático nacional. Me pregunto qué pensaron en ese momento los periodistas que llevan cuatro años haciendo información de Moncloa, trabajándose las fuentes y gastando voz y teléfono. ¿Es Twitter el medio para anunciar noticias? Es barato, o sea, gratis, es rápido y no te expones a las preguntas de los periodistas en una comparecencia. Y, como además se demostró que era mentira, es decir, que nunca llamó a Pedro Sánchez para negociar, Twitter es mucho más indoloro que una comparecencia ante los periodistas. Que se supone que estamos para contar, pero también para interpretar la realidad. Nunca llamó, nunca se sentó, nunca negoció. Mintió, pero se aseguró titulares. Más barato, el Lidl.
Pedro Sánchez
presentó a su número 2 en las listas, Margarita Robles, en Facebook Mentions. Barato
no, gratis. Rápido, también. Y, además,
" no se expone a las preguntas de los periodistas". Pero se asegura
titulares digitales, boletines de radio y luego un enorme chau-chau que dura
todo el día sobre una, perdonadme, nimiedad. ¿Margarita Robles de número 2?
Enhorabuena.
De eso va todo lo que
os quería contar. Que no deberíamos dejar que FB,TW, Periscope, Instagram y
todo lo demás acaben con nuestra profesión. Va de periodistas que aún nos
creemos nuestra profesión y que vemos, día a día, hora a hora, que las redes
sociales y la rapidez del mundo digitalizado mejora nuestro trabajo, nos ayuda
en nuestra tarea, son fantásticas para tener la información
"refrescada" (refresh?) pero......seguimos en el
mismo virus, el periodismo
"declarativo" de siempre, acrecentado por la digitalización y la instantaneidad de los mensajes. El chau-chau por aquí, réplica por allá. Lo digo por la mañana,
por la tarde me desacreditan, pues no lo dije, ah, pues sí lo dijiste, decir,
decir, decir...
El periodismo del
decir. Decía hace muy poco un maestro de periodistas, Arsenio Escolar, que
alguien llevó a su director del periódico la siguiente propuesta: “Cambiemos el
nombre a la sección "España" y llamémosle a partir de ahora "España
Dice”.
La idea no prosperó
Ambos sufrimos a un director de Informativos que sostenía que al Congreso debían ir redactores altos, ya que su misión exclusiva era sostener el micrófono. Así nos va.
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