Ahora que acaba San Isidro, ahora
que ya terminó el Open de tenis de Madrid, ahora que ya se ha celebrado la
tradicional levantada de la hiperbandera de Colón (esa que colocó Aznar en la
plaza del Descubrimiento), ahora que ya la pradera de San Isidro se ha vaciado
de chulap@s, me puedo permitir soltar toda la adrenalina y la vergüenza ajena que
éstas fiestas me producen todos los años, desde hace muchos años. La
celebración de las fiestas de una ciudad como Madrid- Unión Europea "pata
negra" hasta hace dos días; hoy bastante PIGS (Portugal, Italia, Grecia, Spain)-
deberían ser un akelarre cultural, deportivo y social. Un momento de ocio y
cultura, de esparcimiento, diversión, deporte, movida ciudadana. Pero la
cultura y el ocio sostenible, unas fiestas que de verdad realcen, promuevan y
dejen ingresos en la ciudad no van con nuestro actual estilo de gobernar Madrid.
San Isidro en Madrid Río: el sablazo
Feria de San Isidro en Madrid Río,
distrito de Arganzuela: noria, coches de choque, el tren de la bruja, camas
elásticas y montañas rusas de medio pelo. Así son las verbenas, aquí y en
Calahorra. Lejos del Puente de Perrault, tan cool, que tanto dinero le ha
costado a los madrileños. Los niños disfrutan, los padres también. Luego, a
cenar.
Chiringuitos de chorizaco frito,
morcilla, calamares, y los grasientos, famosos y en peligro de extinción "gallinejas
y entresijos". Qué bien. Recordamos, nosotros, cuarentones y cincuentones
padres de familia, cuando los bocatas de panceta y de gallinejas estaban a la
orden del día. Cuando no nos asaeteaban con argumentarios contra el colesterol.
A sentarse. Somos más de quince, entre adultos y pequeños. A comer.
No hay lista de precios, no se
incluye el IVA y la cuenta viene, repito, en papel cuadriculado de una libreta
de 4x2. Decenas de policías municipales pululan por el recinto ferial, no sé si
controlando que no nos desmandemos, la plebe, o que no montemos un 15M versión 2013. Desde luego no están
controlando a los chorizos que te cobran el chorizo a precio de Jabugo.
No es
culpa de ellos, de los chorizos. Teniendo
en cuenta que los espacios de la Feria los alquila el Ayuntamiento de Madrid,
me pregunto si no debería el Ayuntamiento de Madrid controlar que los
chiringuitos cumplan todas las normas que durante el resto del año miran con
lupa al resto de los espacios de restauración de la ciudad. Me pregunto si en
la fiesta de la cerveza de Baviera los chiringuitos presentan facturas en un
trozo de papel cuadriculado, sin IVA y sin desglosar.
Me pregunto si las fiestas
de la ciudad de Berlín, de París o de Londres son tan grasientas (y no en el sentido
colesterolémico de la palabra).
Españistán.
Gastronomía y tenis
Mientras, en la Caja Mágica, Diego
Guerrero, chef del reconocido restaurante El Club Allard de Madrid, ha sido el
encargado de mostrar "la
complejidad y los secretos" (sic. Vanitatis) de la oferta gastronómica madrileña
en la carpa VIP del Open de Tenis. Desde ostras...a todo lo demás. Restaurantes
temáticos, cócteles premium, cervezas de importación, todo..."free".
Por la patilla para todos aquellos empresarios, y sus invitados, que han
comprado los palcos a pie de pista, por una semana, de 25.000 a 30.000 euros.
Derroche sin igual en un país que se desangra (pi,pi,pi...suena el pito de: "incurrió usted en demagogia"). No
importa, dicen las autoridades: los grandes negocios, esta semana, se fraguan
en el Open de Tenis. ¿Pues no veníamos al tenis? ¿O venimos a hacer negocios?
¿Vamos a rolex o a setas? Parece que no, o sea, que sí, que se va a la Caja
Mágica a ponerse hasta las cencerretas de gin tónics historiados, whisky con
lima, ostras y quesos franceses. Y a dejarse ver. Olimpismo puro. País de horteras.
Empresarios, modelos, actores,
futbolistas macarras y gente "guapa"...en pleno barrio de San
Fermín. Hay una entrada de "paseo" (¡porelamordedios!) a 10€, que no
da derecho ni a tenis, ni a "los secretos de la gastronomía".
10€ por "pasear" para ver a
Cristiano Ronaldo apretándose un gin tónic.
Mientras, los aficionados al
tenis de verdad, o pagan religiosamente su entrada (nada barata) o lo ven por
la tele. Los palcos, salvo en los partidos de Nadal o las semis y la final,
vacíos. Canchas vacías de público. ¿Y la pasta? ¿Se la quedan las arcas de la
ciudad? Pues parece que se la queda Ion Tiriac, el ex tenista rumano organizador
del torneo, con el que el Ayuntamiento de Madrid tiene un negocio ruinoso (para
Madrid, no para Ion Tiriac)
Tiriac, ese vivo que dijo en unas
recientes declaraciones que los palcos de Roland Garros son mucho más caros y "no
te dan ni un café".
Igual a Roland Garros la gente va
a ver el tenis.
Espanistán VIP.
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